jueves, 2 de octubre de 2008

El devaluado defensor

No no, a no creerse que voy a hablar mal del "Defe", no, no en esta oportunidad. Me refiero al Defensor de los Vecinos, un segmento de locales del que no hay nadie que haya zafado en algún momento en su paso por la sección.
En esta oportunidad fue La Granjita, viaje por la 520 hacia Melchor Romero y la rutina del chofer y el fotógrafo peleando por la elección del camino que aunque parecen disputar por una mujer es una rara fórmula de relacionarse entre ellos... y cuando uno piensa que están a punto de irse a las manos, palabras de menoscabo casi susurradas, palmaditas en el hombre y ya!
Entrar a La Granjita fue como sacudirse en un zamba robado de un parque de juegos, afuera de la camioneta uno ve de todo, desde gente tomando mate al sol hasta un tipo en bata colgando ropa de bebé en la soga. ¡Cosa rara ! no? quién hubiera dicho solo un par de años atrás, cuando eso era todo campo, que un gauchito casi en bolas estaría abocado a tareas de chinitas...
523 y 150, unos diez vecinos esperan perder el anonimato y que alguien los escuche. Repiten hasta el cansancio que hace unos meses el intendente con su media sonrisa y mano extendida se presentaba: "Hola, soy Pablo Bruera". Pero el tiempo pasó y las calles, a las que sólo arreglaron tirando un poco de cal, siguen igual o peor que antes.
-"Acá tendrían que estar las cámaras de Intrusos con Jorge Rial" dijo una septuagenaria enfundada en un enterito rojo.
Será el efecto de la cal que se aspiraron? La gente quiere ser escuchada y por eso se superponen en los relatos, muestran fotos de camionetas encajadas en las zanjas o compiten por imágenes en los que los caminos están uno peor que otro. La doña del enterito rojo me habla, me cuenta de su lucha contra las ratas, me acompaña hasta la camioneta y hasta pone en riesgo sus uñas interponiendo su mano para que yo a lo Cristina no cierre la puerta y me tome el palo.
Más allá de la respuesta que puedan tener y de la utilidad de la nota, la que en realidad me movilizó el martes, fue la de un vecino de Berisso que donó un terreno para que se construya una escuela en El Carmen. Esa vino por e-mail se escribió casi solita y me conmovió porque en épocas en las que se derrumban los mercados mundiales y el campo sojero nos vuelve a poner las vaquitas de rehenes, un tipo apuesta al futuro, sin más interés de que los pibes del barrio tengan un lugar para estudiar.

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