martes, 19 de octubre de 2010

Mitigando angustias

A veces cuesta entender los malos momentos que tienen que soportar los amigos. La compañía, la ayuda, el escucharlos, son como paños fríos en el medio de una demoledora fiebre, sin embargo intentamos todo lo que aliviane las cargas de los que sufren. Hace un tiempo me enteré de que una gran compañera de trabajo a la que quiero y respeto está atravesando una severa recaída de salud. Su imagen se me clavó en la cabeza y hasta experimenté la angustia que debe sentir ante la combinación de incertidumbre, de epílogo de su vida... Al tiempo me di cuenta que no era sano que la tuviera presente de esa manera y cada vez que se me venía su recuerdo, recé, aunque sea brevemente.
Ayer otro compañero me contó que su nieto está internado. No se sabe lo que tiene, ve doble y pierde la estabilidad. El Pelado, como le decimos a su abuelo, está quebrado por la angustia y bajo relatos verborrágicos puede leerse el terror que tiene de que le pase algo al nene. Otra vez me ganó la profunda pena y recé. Sin embargo cuando me cuestionaba que angustiarme no sumaba, una idea simple me alivió : "Sólo deseo el bien". Fue como un mantra.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Un sol para los 33


Aprenden los secretos de la tierra casi al mismo tiempo que a caminar porque crecieron en campamentos, en las laderas cordilleranas. La mayoría no conoce otro oficio que hayan tenido sus mayores. Arrancan todo lo que enriquece a unos pocos, pero los restos de metales que ellos respiran en las minas, los seca de a poco. Como una maldición, los años les caen como piedras y sus pulmones se secan. El alcohol es el primer remedio y otro "ducto" hacia la sirrosis. La casa de citas, uno de los premios que se permiten, aquellos que aceleran placeres concientes de que su trabajo los puede "tragar" en cualquier momento.
Sus gestos parecen esculpidos, se acostumbraron a convivir con las ratas del subsuelo porque saben que se les anticiparán en caso de derrumbes, "la primera que pasa corriendo, la mirás. La segunda, te detiene. Y la tercera, te hace salir corriendo", cuentan los mineros.