miércoles, 13 de octubre de 2010

Un sol para los 33


Aprenden los secretos de la tierra casi al mismo tiempo que a caminar porque crecieron en campamentos, en las laderas cordilleranas. La mayoría no conoce otro oficio que hayan tenido sus mayores. Arrancan todo lo que enriquece a unos pocos, pero los restos de metales que ellos respiran en las minas, los seca de a poco. Como una maldición, los años les caen como piedras y sus pulmones se secan. El alcohol es el primer remedio y otro "ducto" hacia la sirrosis. La casa de citas, uno de los premios que se permiten, aquellos que aceleran placeres concientes de que su trabajo los puede "tragar" en cualquier momento.
Sus gestos parecen esculpidos, se acostumbraron a convivir con las ratas del subsuelo porque saben que se les anticiparán en caso de derrumbes, "la primera que pasa corriendo, la mirás. La segunda, te detiene. Y la tercera, te hace salir corriendo", cuentan los mineros.

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